tontosmuy

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Hay pocos momentos tan relajantes como los que se pueden sentir estando tumbado bajo un manto de estrellas en una serena noche de verano. La velocidad prácticamente inapreciable de la rotación terrestre hace que el tiempo pase a otra escala, una escala en la que todo se mide por años, cientos de años, miles de años, millones de años, miles de millones de años… Aunque toda esa calma puede de repente estallar en un eufórico e irreprimible “¡¡¡MIRA!!!”, en cuanto vemos la traza iluminada que deja un meteorito al impactar con nuestra atmósfera. Es una sensación que te cautiva, y que por el hecho de ser completamente impredecible tiene un gran componente de ilusión, casi de magia. Con la idea de capturar ese maravilloso momento, salimos al campo una noche de Agosto, cargados con nuestros equipos y con el pleno convencimiento de que volveríamos con las tarjetas llenas de fotos de estrellas fugaces; No podía ser de otra manera en plena lluvia de las Perséidas. Nada más lejos de la realidad, ni siquiera las vimos, pero eso no nos frustró, en absoluto, volvimos ilusionados con nuestras primeras fotos de la vía láctea, lo que hizo nacer en nosotros una gran pasión por la fotografía nocturna. Pasión que queremos compartir con vosotros, descubriendo todos sus secretos. Somos David Y Raúl. Bienvenidos a eSta nOcHe SaLe eL sOl.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Damos una vuelta?


 Como ya os contábamos en la pasada entrada, en la tarea de encontrar el cabezo de Binaced nos tuvimos que recorrer varios caminos y sendas. En uno de esos intentos, decidimos buscarlo desde las alturas, subimos a una de las sierras cercanas al pueblo y nos dimos una vuelta por el cerro, por un lado una buena vista sobre el pantano de San Salvador y en la subida, en el lado opuesto, un solitario y enorme pino haciendo sombra a un rústico banco de madera (posiblemente uno de nuestros futuros objetivos), pero ni rastro del Pedrusco. Poco a poco, la noche caía y de regreso al coche, aparcado frente a la ermita de Santa Ana, nos paramos a contemplarla, y observándola, blanca sobre el cielo estrellado, dejamos por unos minutos que libremente diera vueltas nuestra imaginación al son de las estrellas.

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