tontosmuy

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Hay pocos momentos tan relajantes como los que se pueden sentir estando tumbado bajo un manto de estrellas en una serena noche de verano. La velocidad prácticamente inapreciable de la rotación terrestre hace que el tiempo pase a otra escala, una escala en la que todo se mide por años, cientos de años, miles de años, millones de años, miles de millones de años… Aunque toda esa calma puede de repente estallar en un eufórico e irreprimible “¡¡¡MIRA!!!”, en cuanto vemos la traza iluminada que deja un meteorito al impactar con nuestra atmósfera. Es una sensación que te cautiva, y que por el hecho de ser completamente impredecible tiene un gran componente de ilusión, casi de magia. Con la idea de capturar ese maravilloso momento, salimos al campo una noche de Agosto, cargados con nuestros equipos y con el pleno convencimiento de que volveríamos con las tarjetas llenas de fotos de estrellas fugaces; No podía ser de otra manera en plena lluvia de las Perséidas. Nada más lejos de la realidad, ni siquiera las vimos, pero eso no nos frustró, en absoluto, volvimos ilusionados con nuestras primeras fotos de la vía láctea, lo que hizo nacer en nosotros una gran pasión por la fotografía nocturna. Pasión que queremos compartir con vosotros, descubriendo todos sus secretos. Somos David Y Raúl. Bienvenidos a eSta nOcHe SaLe eL sOl.

miércoles, 1 de julio de 2015

A llegado el día a la noche de San Juan

Canon 5d mark III+16-35 a 16mm f 2,8 20" ISO 3200 

Esta semana viajamos hasta la ermita de San Quilez de Estopiñan, un camino sinuoso y empinado nos acerca desde Castillo Del Pla al punto más alto de la comarca de La Litera. Si uno busca cielos estrellados y con poca contaminación lumínica, este puede ser uno de los mejores de la zona. Asomándonos a una de sus laderas se puede ver prácticamente toda la Litera baja, y buena parte del Segría, incluida su capital, Lleida. En una ocasión el vigilante forestal que normalmente está en la ermita observando posibles incendios, me comentó que en días muy claros se llegaban a ver las montañas del Montserrat, desde luego, por la noche no las vimos. Lo que sí que vimos fue la oportunidad de ayudarnos de la luz de la luna en cuarto creciente que tuvo la gentileza de ir iluminando la fachada de la ermita, y unas nubes de algodón que se paseaban de forma aleatoria por el cielo. Fue fácil llevar la escena a luz de día, aunque eso cambiara nuestra primera intención que era exponer para captar la vía láctea. Queda pendiente una tercera visita al lugar, y… ya os contaremos como fue la primera… Ups!!!

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